La Amazonia está viva. A pesar de los continuos atentados contra su salud aún queda un 85% de su organismo casi intacto. Sin embargo, un cáncer la está devorando minuto a minuto: la deforestación. Todos los días desaparecen 5.200 hectáreas de bosque tropical -cada hectárea equivale a un campo de fútbol, aproximadamente- y se producen un millar de incendios. Sólo el año pasado desaparecieron 1.680.000 hectáreas, una superficie similar a la ocupada por Navarra y el País Vasco. Las consecuencias ya empiezan a ser constatables: erosión, cambio climático, contaminación de los ríos...

Pero por fin parece que hay alguien dispuesto a «plantarle cara a la deforestación». Greenpeace, la «multinacional del ecologismo», como denominan algunos a esta organización, ha dado un paso de gigante para comenzar la lucha contra esta depredación, convirtiendo al pulmón del mundo en su principal objetivo de lucha para la próxima década. Con la presentación de un informe sobre la industria de la madera en la Amazonia brasileña, Greenpeace inicia una campaña mundial titulada Mantengamos la Amazonia viva.

El informe presenta los detalles de las actividades de 17 empresas de explotación forestal que operan en los estados amazónicos de Pará y Amazonas. Todas ellas son propiedad de grandes multinacionales que llevan operando en la zona casi 30 años. En este tiempo han conseguido devastar el 14% de la región (un área equivalente a Francia). El 1% restante desapareció durante los 470 años transcurridos desde que fue descubierta por los europeos. Ocho de estas multinacionales han comprado terrenos forestales que abarcan una extensión equivalente a la de Bélgica. Controlan, además, casi la mitad del valor de las exportaciones totales de madera de Brasil.

Tala ilegal

Greenpeace también denuncia que el 80% de la madera obtenida de la Amazonia se extrae ilegalmente. Pero incluso la mayor parte de la extracción de madera considerada como legal es altamente destructiva. La obsoleta tecnología empleada da lugar a un enorme desperdicio de materia prima. Por término medio, sólo se aprovecha un tercio de la que se extrae en los bosques. Además, los planes de Ordenación Forestal creados por el Gobierno brasileño se incumplen sistemáticamente. La organización ecologista asegura que 15 de estas empresas no han explicado con claridad sus proyectos de explotación en la Amazonia.

Todo esto, según el informe, demuestra que Brasil no tiene recursos ni personal para supervisar la industria maderera. Muchas compañías trabajan sin permisos, en áreas protegidas o territorios indígenas, exportan ilegalmente y cometen todo tipo de tropelías. Greenpeace pide mediante propuestas concretas que se racionalice esta explotación.

«Ya se ha abandonado la idea del Amazonas como santuario intocable. Lo que se trata es de que su desarrollo sea sostenible. Están matando a la gallina de los huevos de oro. Primero acabaron con los bosques del sureste asiático y ahora quieren implantar ese comportamiento absurdo en la Amazonia. Pero quizá, por primera vez, podamos llegar a tiempo. Al menos ya sabemos, con nombres y apellidos, quién la está destruyendo. Y ésta es la principal novedad del informe», asegura Mario Rodríguez, coordinador de esta campaña de Greenpeace en España.

Para ello, Greenpeace tiene como objetivo una alianza entre las comunidades de dentro y de fuera de la Amazonia. En 1996, la organización presionó con éxito para conseguir una moratoria de todas las concesiones para nuevas explotaciones forestales de caoba en Brasil. Hoy en día, ésta se mantiene, pero no es suficiente. Sería necesario incrementar la red de reservas ecológicas representativas de los ecosistemas amazónicos y reducir la deforestación a áreas específicas.

«Es preciso hacer un inventario de la selva para ver dónde se puede cortar. El Gobierno brasileño debería facilitar cifras de todas las empresas que operan en cada Estado. También estamos preparando un mapa de la importación de madera tropical en España, donde el año pasado entraron casi 100.000 metros cúbicos. Es necesario saber en qué condiciones se ha cortado. Otra de nuestras propuestas es que las empresas madereras estén obligadas a marcar sus productos con un sello que indique que están bien gestionados», añade Rodríguez.

Pero el trabajo de Greenpeace no acaba aquí. Su director, Xavier Pastor, asegura que es fundamental contar con el apoyo de los gobiernos que suscribieron la Agenda de Río en cuanto a la protección medioambiental de la Amazonia: «También estamos hablando con los políticos de todo el mundo para que nos ayuden en esta campaña. En España acabamos de contactar con todos los grupos políticos. Además, estamos coordinando a todas las ONG y asociaciones que trabajan aquí en la defensa del Amazonas para crear una plataforma común. Estamos en el mejor momento para pedir soluciones concretas», asegura.

Fuente: Diario El Mundo, 12 julio de 1999