EN LAS ULTIMAS TRES DECADAS LA TEMPERATURA HA SUBIDO UNA MEDIA DE 0,44 GRADOS

Worldwatch advierte del recalentamiento global

por Jorge A. Bañales

WASHINGTON.- El crecimiento de la economía global y la pujanza de la cultura informática vienen acompañados del empobrecimiento de la salud del planeta y de la miseria para los países más atrasados, según afirma el informe anual del Instituto Worldwatch, presentado ayer en Washington.

«Cuando iniciamos esta serie de evaluaciones anuales en 1984 teníamos la esperanza de que empezaríamos el siglo siguiente con un informe optimista», dijo en conferencia de prensa Lester Brown, director de este instituto, con sede en Washington. «Pero, desafortunadamente, la lista de las tendencias que nos preocupaban entonces -destrucción de los bosques, erosión de los suelos, disminución de los recursos hídricos, colapso de los cardúmenes y desaparición de especies- se ha extendido», agregó.

A esta lista deben sumarse ahora «el aumento de las temperaturas, más tormentas, la destrucción de los arrecifes de corales y la desaparición de los glaciares», dijo Brown. «A medida que el índice industrial Dow Jones sube, la salud de la Tierra baja».

Una tendencia clave que señala el informe de este año es el aumento de la temperatura global de la Tierra. «En las últimas tres décadas la temperatura global promedio ha subido 0,44 grados y en el siglo XXI se proyecta que el aumento de la temperatura será más acelerado», indicó el informe.

El estudio también señaló que el número de seres humanos «sobrealimentados y con exceso de peso equivale actualmente al de los que no tienen alimentación suficiente, cada grupo con unos 1.200 millones de personas y ambos mal nutridos».

Existe un tercer grupo de varios miles de millones de personas a los cuales el Instituto Worldwatch llama «los hambrientos ocultos», y son los que parecen tener alimentación adecuada, aunque «están debilitados por la carencia de vitaminas y minerales esenciales».

En Estados Unidos, «la economía informática que crece a gran rapidez ha creado millones de empleos pero, fascinados por el crecimiento de Internet, al parecer se ha perdido de vista el deterioro ambiental del planeta», aseguró Brown.

Según el estudio, desde 1984 ha aumentado al doble la proporción de especies de pájaros, mamíferos y peces en peligro de extinción, que ahora amenaza al 11% de todas las especies de aves, al 25% de los mamíferos y el 34% de los peces.

Radiografía del protocolo de la discordia

14/11/00

KIOTO .- Los principales puntos del Protocolo de Kioto se traducen en una idea: mucho ruido y pocas nueces. El acuerdo obliga a los países más desarrollados a reducir sus emisiones de gases que provocan el efecto invernadero, pero no establece cómo debe aplicarse esta medida.

¿A qué obliga?.- A reducir las emisiones de anhídrido carbónico (CO) y los otros cinco gases de efecto invernadero (metano, óxido nitroso, hidroclorofluoruro, perfluorocarbono y hexafluoruro de azufre). Los científicos afirman que estos son los principales causantes del cambio climático y la aparición del efecto invernadero.

¿A quién obliga?.- A los 38 países más desarrollados del mundo. Estos incluyen a los 24 miembros originales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, fundada en 1948 para administrar los fondos del Plan Marshall en Europa. En 1961 pasó a llamarse OCDE); a 11 antiguas repúblicas de la extinta Unión Soviética y a los 15 miembros de la Unión Europea (todos están incluidos en la OCDE).

¿Cómo se aplicará?.- La ONU no sabe, no contesta. El Protocolo de Kioto señala que se estudiarán, en el futuro, las formas más «apropiadas y efectivas» de llevarlo a cabo. Este es uno de los principales agujeros (loopholes) del asunto.

¿Qué harán los países en desarrollo?.- Nada, si no quieren. Gracias a la pataleta de China e India, el Protocolo sólo les pide que establezcan «objetivos de reducción» de manera «voluntaria». Es es el famoso ‘opting in’ que enfurece a los norteamericanos, por otro lado, los mayores emisores del mundo de los gases mencionados en el documento.

fuente: Diario EL MUNDO. 16 de enero del 2000